Los desastres son inevitables, las cosas malas siempre estarán cerca de nosotros. ¿Cómo no poder hablar de ellos? Es lo que vemos cada día en los medio de comunicación, tal vez los reporteros tienen aquella idea de que los desastres venden más que las nuevas buenas. Puede que sea verdad, en ese caso deberíamos analizar a las personas que compran los periódicos, que ven los noticieros y preguntarnos la razón del porque buscan historias tristes, desbastadoras que nos envuelven en una atmosfera de suma tristeza y pena ajena.
En una ciudad pacifica, aquel clima era perfecto, el sol de la mañana era cálido, precioso, para detenerse unos segundos y dejar que aquel rostro pálido por el mal dormir de su atareada vida, recibiera un poco de aquello que los mantenía vivos y andantes. ¿Qué es eso? Se preguntan algunos. Las blancas nubes que parecían perfectos algodones comienzan a verse invadido por una extraña nube negra, eso es, no hay duda, un desastre esta por ocurrir… y el sonido interminables de las redadas aéreas confirman lo que ha sucedido…
¿Se ha terminado la paz con esto?
En alguna parte del mundo eso es así… personas de todas clases (ya que no se respeta clase ni condición) han sido afectada de alguna u otra manera. Aquel país comienza a ser el enfoque de tantas cámaras de diferentes lugares que se siente completamente ahogado…
No estamos proponiendo que nos pongan una venda en los ojos para evitar así las cosas que pueden causar en nosotros un sentimiento desagradable, pero deberíamos buscar la manera de balancear la información que llega a nosotros, es decir, tanto buenas como malas, son perjudiciales si no se mantiene un equilibrio entre ellas dos.
¿Qué sucedería si solamente los medios de comunicación mostraran las buenas obras que suceden en nuestro país? Estaríamos viviendo en una burbuja que nos mantiene alejado de todos los sucesos dañinos y de la realidad. Pero si los medios de comunicación solamente muestran la parte oscura –por así llamarlo- del día a día de Venezuela, el espectador estaría en peligro de convertirse en un hipócrita que se divierten con el cambio repentino que sufre un ser humano y su padecimiento.
No nos vayamos tan lejos para ver aquella reacción, en nuestro país sucede conflictos, desastres a una escala que por suerte puede ser menor que otros lugares de Latinoamérica. La paz estropea a la gente. Venezuela ha enloquecido, el gobierno, la policía, los colegios y las familias, todos están dando la espalda a sus iguales, a sus hermanos, a su país, están lastimándose sin darse cuenta, a este paso Venezuela se pudrirá. Solamente vemos la parte negativa de las cosas, debemos buscar noticias que nos aliente a seguir a delante o que nos dé la esperanza de que las voces gritaran para tener un buen vivir.
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